martes, 27 de febrero de 2007

No te hagas el boludo

Así se llama el libro de mi amigo Mariano, no te cuento más para que lo leas

De la introducción:

Este libro analiza el hecho de hacerse el boludo y sus consecuencias. Propone quiénes y cuándo se hacen los boludos. Uno, en primer lugar, y todos.

Hacerse el boludo es, probablemente, una de las disciplinas más y mejor practicadas del mundo. Hay libros, enciclopedias, carreras universitarias, cursos, discursos, programas y programaciones de TV, arte en todas sus expresiones, posturas religiosas, amigos, padres y maestros que te explican la mejor manera de hacerte el boludo, o mejor aún, cómo transformarte en un boludo sin retorno, para que ya no tengas que hacerte el boludo, sino, a través de la práctica y el recorte de toda potencialidad significativa, seas un boludo calificado. Y es un deporte que puede jugarse single, doble o en equipo sin límite de jugadores, porque hay personas, parejas, grupos, poderes, comunidades, sociedades, naciones y grupos de naciones que se afanan en ser campeones mundiales de esta ingrata disciplina que le jode la vida a la humanidad.

Del capítulo quinto:

Toda división es un engaño. Es el problema de las categorías y parcialidades. Ideales y banderas que identifican a cada ser humano se sostienen en el mástil del error. No es fácil descender de allí. Por eso es necesario ser drástico en el planteo que continúa. No se puede desarrollar la mentira, en este caso, para ir descubriendo una verdad.

Creo que hay dos raíces de la lamentable división que afecta al hombre. Una, el hábito de la miseria, la escasez. La otra, fundada en ésta, el erróneo concepto de felicidad comparativa.

Por aquellos lejanísimos tiempos de la humanidad donde apenas se nos diferenciaba de las bestias, cuando no había aún técnicas para lograr el sustento y el hombre vivía de los frutos que recolectaba o las bestias que mataba, comenzó a gestarse esta confusión que aún hoy padecemos. Aunque la necesidad de dicho padecimiento no se sustenta ya, nos ha quedado el hábito. El engaño dice, en pocas palabras:

Debido a la escasez, mi supervivencia, gozo y felicidad se confrontan a los de los “otros”.

Y desde allí comienza una larga peregrinación que nos llevará nuevamente al origen, la perfecta integración. Aquella fue la división original: “uno” soy yo, y “otros”, todos y todo lo demás. El proceso que vive la humanidad, y que es un retorno, es ampliar ese “uno” y achicar ese “otros”. La meta es la supresión total de “otros”. Se gesta la familia y uno ya no es “yo” sino mi familia. Se funden las familias y “uno” ya no es mi familia sino mi tribu, mi comunidad. Pueblos, aldeas, naciones, y, en los últimos tiempos, regiones. La idea de “uno” alcanza cada vez dimensiones mayores.

En tiempos antiguos solamente hombres espirituales con una visión profunda y a modo de intuición o revelación podían alcanzar a experimentar esta unidad. La vida transcurría en un espacio muy pequeño y la comunicación alcanzaba tiempos y áreas pequeñas también, la experiencia de unidad de los hombres comunes de aquellos tiempos se limitaba al ambiente y tiempo inmediato. Hoy, en cambio, el hombre común tiene, a través de comunicación, experiencia, viajes, historia y arte, una visión y una vivencia más claras de esa unidad connatural.

Pero la división subsiste y se ha transformado en una fuerza que afecta a cada hombre en particular, y se contrapone a otra fuerza natural, que es la integración, la unión, el retorno.

La división subsiste en el engaño de los intereses contrapuestos, donde la plenitud y felicidad de “uno” (se entienda uno como una persona o un grupo) depende del cambio o la caída de “otro” (nuevamente, “otro” puede ser singular o plural). Así ven los hombres todo confuso: que si no hay hambre aquí no hay riqueza allí, que si no cae el Islam no se eleva el judaísmo, que si asciende mi compañero yo caigo, que el liberalismo depende de la ruina del socialismo, que la grandeza de una nación se alimenta de la miseria de otras.

AL VIENTO






Inspirada en la película "Garage Olimpo" escribí lo que luego sería mi primera canción,
rosario, 2001





¿Quién se acuerda de esos gritos
que no están en las revistas?
¿Quién se acuerda de esos gritos
menos fuertes que la radio?
No son monumentales.

Sí se acuerdan de ese grito
Y de sus manos arriba.
Sí se acuerdan de ese grito
Que tapando las heridas
ilusiona portales.

Desde arriba de ese río mar eterno.
Desde atrás del violento zumbador.
Ensanchándose refugio hacia el olvido.
En el aire reina la inmortalidad.

Lo maldicen al lobo y ¿qué pasa
con Caperucita?
¿Quién se acuerda de esos gritos
dirigidos al viento?
al viento...

Desde arriba de ese río-mar eterno.
Desde atrás del violento zumbador.
Ensanchándose refugio hacia el olvido.
En el aire reina la inmortalidad.

lunes, 26 de febrero de 2007

Defendamos nuestra fe

Hace ya tiempo existe una campaña a nivel nacional e internacional para desprestigiar, calumniar y descalificar a la fe cristiana, partiendo por la Iglesia Católica.
Esto no es un secreto a voces, basta con abrir un diario, una revista, poner un canal de televisión, visitar una librería o ver la cartelera.
Antiguamente se perseguía a los cristianos con sangre. Hoy se lo persigue de una manera que parezca lo menos socialmente reprobable posible, pero la persecución es la misma. La esperanza es que justamente es en estas persecuciones donde la fe se hace más y más fuerte. Hace poco vi un fragmento - en una película - de la vida de Juan Pablo II. Sin duda que lo que lo tocó vivir lo hizo más fuerte, más sabio, y estoy seguro que al final el mal terminó sirviendo al bien.
En cuanto a libros los ejemplos sobran. Basta asomarse a los estantes de cualquier librería o puesto de revistas, y nos encontramos con libros difamatorios, blasfemos. Sí, no necesito leerlos para saber que sólo buscan el éxito a través de la controversia, de la provocación, y están inspirados por el Enemigo. Ni siquiera los voy a nombrar para seguir dándoles publicidad gratis (como si esta página fuera muy importante…pero hay que ser consecuente).
Los argumentos tales como que “son una buena historia”, “está bien escrito” o “es pura ficción”; son absurdos y estúpidos.Una ofensa inaceptable puede estar muy bien escrita, ser muy entretenida; y claro, las calumnias, son siempre ficción.
Es así como no acepto las inaceptables ofensas contra la fe cristiana, la Iglesia Católica, el Opus Dei, y cualquier institución que se trate, en base a tales argumentos. Me ofenden en el seno materno.
No le sigamos dando publicidad al famoso libro del código.
El problema es que no sólo es “ese libro”. También está en la televisión, en los medios. Tiñen nuestra sagrada Semana Santa con basuras que buscan provocar y generar desconcierto.
Un evangelio apócrifo, vago y conocido; que ya había sido desvirtuado incluso por los investigados y exégetas ateos, se presenta como una gran revelación que surge como para hacer ver que los fundamentos de la fe son relativos, que la Iglesia no está abierta al diálogo, que las cosas pueden ser de una manera o de otra. Nada más falso. El Enemigo se base en la mentira, pero en la peor mentira, esa mentira que parece verdad a medias, esa mentira que en las mentes poco preparadas y débiles de conocimiento les hace pensar que puede ser verdad. No me voy a poner a analizar las típicas críticas que leo y escucho respecto de la Iglesia Católica, me basta con decir que como laico soy parte de esa Iglesia, y todos participamos en ella. La Iglesia no es un ente expterno, nosotros formamos la Iglesia.
El interés de los medios y de las personas que promueven estas controversias, está en intentar desacreditar las enseñanzas y doctrinas de la Iglesia.
Lo que hacen es calumniar, calumniar, no importa si es verdad o mentira, al final siempre algo queda.
Esto me hace recordar la estupenda aria del Barbero de Sevilla de uno de mis compositores favoritos, Rossini “la calumnia”. Vale la pena escucharla y, por supuesto, entender y comprender el significado de su letra.
Es que el mal hace mucho ruido, se nota mucho. El bien opera en silencio. Las cosas buenas no son noticia. vivimos bombardeados de tragedias que provienen de Chile y de todo el mundo, en todo momento, pero nadie hace ver las miles de millones de almas que viven en paz y hacen el bien, nadie hace notar las maravillas de la vida.
Aquí en Chile, como corresponde, no se quedan atrás. Estrenan en nuestra Semana Santa una película que busca provocar y desprestigiar. Además blasfema. A los católicos nos agrede y nos insulta, pero no nos quejamos, ponemos la otra mejilla. Como si fuera poco, sale a ganar “premios” en el extranjero. dicho sea de paso, nunca he visto una película realmente buena que haya ganado premios, y menos de esos “premios”. Es raro que mis películas favoritas hayan ganado algún premio.
La Iglesia, contrario a los que la critican, recibe con paciencia e intenta entregar amor a quienes la ofenden.
Ya me gustaría ver cómo reaccionarían otras religiones o razas si en sus meses o semanas sagradas, se vayan a reír de ellos y profanar sus símbolos sagrados. Basta con citar el ejemplo de los musulmanes con las carituras de Mahoma y de los Judíos cuando aparece algún Nazi. Sea en serio o en broma, sea en verdad o ficción. Para ellos no es broma ni ficción.
Por último, vivimos inmersos en una sociedad en que el dios es el dinero, los templos son los mall o centros comerciales. De hecho, son los edificios más grandes que se pueden apreciar, si se sobrevuela Santiago. Eso a mí me dice mucho. En las ciudades medievales - sí, esa época histórica que es tan frecuente blanco de injustos ataques - donde la espiritualidad del hombre común y corriente estaba aprecentemente en un mejor nivel, el edifico principal de la ciudad era precisamente la Iglesia. Hoy son los mall.
Y todo vale contar de ganar dinero. Estamos llenos de publicidad, no creo equivocarme si digo que el 90% de ésta, utiliza la sexualidad insinuada o directa para llamar la atención de los clientes, para prometer un bienestar falso, un hedonismo egoísta. En el mundo de los negocios la ética es un bicho raro. Los fariseos del Nuevo Testamento cobran vida a veces en nosotros mismos. Las familias están como enfermas, decaídas, con deudas, con falsas promesas de bienestar material. El Estado promueve la desintegración de la familia, el individualismo, egoísmo. Hay quienes buscan dictar leyes para “legalizar” - en definitiva promover - aberraciones como las uniones homosexuales, la eutanasia, el aborto. En las conversaciones es frecuentes escuchar frases como “todas las posiciones son válidas”, “hay que respetar las opiniones”, y “esa es tu verdad, te la respeto, yo tengo otra”, y otros lugares comunes, que no hacen sino una falsa expectativa de relativización “políticamente correcta”, que obviamente termina por dirigir a los peores errores y desorientar toda una generación.
Hay una sola verdad. El Bien, la Belleza, la Verdad, Dios.
No dejemos que nuestros cercanos, hijos, familiares, amigos, se desorienten en esta continua metralla de ruido que no deja escuchar la voz del alma que es la voz de Dios.
Pero sin desanimarse, porque el mal hace mucho ruido y el bien es silencioso.
Somos muchos los que podemos hacer el bien. No nos quedemos dormidos. Aprovechemos el tiempo y levantemos nuestra voz.
La verdadera felicidad
La verdadera felicidad está en el encuentro con Dios Padre, en el hecho de saber que somos sus hijos y ¡cómo nos quiere! Nos creó a su imagen y semejanza, y si no fuera por él, ni siquiera nos daríamos cuenta que nos damos cuenta, simplemente no seríamos.
Cuando tenemos esa paz interior que nos permite percibir el amor de Dios, todos nuestros problemas y pesares se transforman en nada, porque somos lo más preciado de Dios, sus hijos.

EL VUELO DEL HALCÓN

Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería, para que los entrenara.
Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave.
Encargó, entonces, la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente, por la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aún continuaba inmóvil.
Entonces, decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines.
El rey le dijo a su corte, "Traedme al autor de ese milagro".
Su corte rápidamente le presentó a un campesino.
El rey le preguntó:- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago?
Intimidado el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil mi rey. Sólo corte la rama, y el halcón voló.
- Se dio cuenta que tenía alas y se largó a volar.

domingo, 25 de febrero de 2007

LA VIDA Y EL ABORTO

Esta nota fue escrita por mí hace unos años, publicada en la revista "ARISTA 28" del Instituto Politécnico Superior "Gral. San Martín" de Rosario, Argentina.

Cuando el gobierno ve a un ecologista jugarse la vida por un huevo de halcón, ve en él a un héroe, y cuando ve a un pro-vida en la puerta de una clínica abortista, ve en él a un fanático…
Es increíble cómo mientras pensamos que el hombre está avanzando en el mundo, no queremos ver que muchas veces damos gigantes pasos para atrás. Definitivamente muchos valores están cambiados… ¿Cómo es posible que haya gente a favor de la guerra, de la pena de muerte, del aborto? Yo no lo entiendo, y es posible que nunca lo llegue a entender… semejante falta de respeto hacia la PAZ!!!!!!
La medicina no es simplemente una profesión. El trabajo de un médico está consagrado a la vida, consagrado al servicio de otros, a poner su amor al servicio de los enfermos. No se trata de hacer dinero, ya que no es un negocio, es una vocación.
Además, ¿con qué derecho uno puede decidir sobre la vida de un ser humano? El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante que fue concebido, y por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos como persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida.
Cuando a la Madre Teresa de Calcuta se le decía que había demasiadas criaturas en la India (ella recibía niños que estaban destinados al aborto); ella responde: “¿Piensa usted que hay muchas flores en el campo? ¿Muchas estrellas en el cielo? Mire a esta niña, es portadora de la vida… ¿no es una maravilla?” “El aborto es el peor enemigo de la paz, porque si una madre es capaz de matar a su propio hijo… ¿Qué te impide matarme? ¿qué me impide matarte? Ya no queda ningún impedimento…”
Con lo maravillosa que es tu vida, y la mía, cuestionar el aborto, creo yo, es ahogarse en un vaso de agua.